

Un hombre de 67 años, identificado como Wong, desató el pánico este lunes dentro de un vagón de la Línea 5 del metro de Seúl, al rociar gasolina y prenderle fuego mientras el tren circulaba bajo el río Han, con decenas de pasajeros a bordo.
El ataque, que ocurrió en pleno movimiento del tren, ha dejado un saldo alarmante: 22 personas hospitalizadas, entre ellas una mujer embarazada, y al menos 129 más atendidas por intoxicación, heridas y ataques de pánico.
El agresor, quien según las autoridades surcoreanas actuó por venganza tras el rechazo a la apelación de su divorcio, ha sido arrestado y acusado de intento de asesinato múltiple e incendio en transporte público.
Las autoridades siguen investigando los motivos detrás del ataque, aunque se especula que el hombre pudo haber estado buscando represalia por su situación personal.
El incidente ha generado gran conmoción en Corea del Sur, país que se encuentra preocupado por la creciente violencia en espacios públicos. Este ataque ha reavivado un intenso debate sobre la seguridad en el transporte público y la necesidad de mejorar los servicios de salud mental para prevenir actos de violencia impulsados por crisis personales.
El caso ha puesto en evidencia la vulnerabilidad de los sistemas de transporte y ha impulsado a los ciudadanos a exigir mayores medidas de seguridad y protocolos de actuación ante posibles emergencias. Las autoridades, por su parte, han prometido reforzar la vigilancia en las estaciones y trenes de la ciudad.
La seguridad en el transporte público, un tema urgente
Con este nuevo ataque, se renueva la discusión sobre la protección de los pasajeros y el manejo de personas con posibles trastornos mentales, que podrían convertirse en una amenaza en lugares de alta concentración de personas. Expertos sugieren que una mayor atención a la salud mental y un protocolo de seguridad más estricto podrían ser clave para evitar futuros incidentes.