

Monterrey, Nuevo León.- Después de décadas formando parte de la identidad visual y emocional de Monterrey, el emblemático anuncio de Carta Blanca, ubicado en la esquina de Cuauhtémoc y Madero, se retira del panorama urbano. Más que un letrero publicitario, este símbolo se convirtió en un referente cotidiano para generaciones de regiomontanos, acompañando historias personales, encuentros memorables y el pulso de una ciudad que nunca se detiene.
La noticia fue anunciada a través de un comunicado oficial por la propia marca, en el que se reconoce el valor afectivo que este ícono representa para miles de personas:
El anuncio de Carta Blanca se despide de su lugar en la ciudad, pero no del corazón de quienes lo hicieron parte de su vida», expresó Carlos Alejandro Rosas, Brand Manager de Carta Blanca. Esta decisión marca, según la empresa, el comienzo de una nueva etapa para la marca, sin dejar atrás el orgullo y el legado que la han caracterizado.
Desde su instalación, este anuncio se convirtió en algo más que una referencia visual: fue punto de encuentro, fondo de innumerables fotografías, guía urbana y, sobre todo, un recordatorio constante de lo que significa ser del norte. Para muchos, mirar ese letrero era un gesto automático, casi ritual, al cruzar una de las avenidas más transitadas de la ciudad.
Un legado que trasciende generaciones
Carta Blanca, fundada por la histórica Cervecería Cuauhtémoc, fue la primera cerveza de la casa, y desde sus inicios representó una visión: llevar elegancia, calidad y orgullo regiomontano a cada rincón del país. Su nombre, inspirado en la expresión europea que alude a la libertad y la confianza, fue también un reflejo de su propuesta: una bebida que celebra la autenticidad y la tradición.
Durante décadas, la marca ha estado presente en momentos clave de la vida cotidiana de Monterrey: desde reuniones familiares y fines de semana con amigos, hasta celebraciones importantes. Ha sido parte de nuestra conversación, de nuestras costumbres y, sobre todo, de nuestra identidad colectiva.
Aunque el letrero físico se retire, su valor simbólico permanece intacto. La marca lo resume de forma emotiva: «No es un adiós, sino un hasta pronto. El espíritu de Carta Blanca sigue vivo en cada brindis, en cada recuerdo y en cada historia que se cuenta con el orgullo de ser regiomontano».
Hoy, Monterrey se despide de un pedazo de su paisaje, pero abraza con fuerza la memoria y el significado de un ícono que, más allá de lo visible, quedará para siempre en el alma de la ciudad.